Relatos a bordo

TESTIGO DE UN RANDOM

Sentada en la sala de espera, ve pasar un grupo de gente, dos oficiales, un médico, una enfermera y un joven que trabajaba en el área del Casino dentro del Crucero.

Eran las 2 de la mañana, había terminado su turno y estaba con un fuerte dolor en las lumbares. Mientras aguarda, tratando de mantenerse despierta, disimuladamente observa la situación que ocurre a su izquierda, sobre un pasillo largo lleno de puertas. Todos adentro, la puerta queda entre abierta. Se escuchan murmullos, risas, hasta que sale el muchacho con un oficial israelí, acompañándolo a la siguiente puerta, donde lo palpa y le entrega el frasco de análisis.

El joven rumano ingresa al baño, con el oficial atrás observándolo para evitar cualquier truco. El joven entrega su orina en el recipiente esterilizado y el oficial le pide que se higienice y se retire a su habitación.

Las habitaciones de los tripulantes en el barco, son una pegada a la otra en los pisos bajo el agua. Los turistas y los tripulantes de alto rango, como los Jefes y el Capitán tenían habitaciones confortables, amplias con ventanas por arriba del nivel del mar. En cambio el resto, vivía en unas pequeñas piezas compartidas que tenían una cama cucheta y un pequeño baño, así suelen vivir durante más de 7 meses, sin luz natural, sin saber cuando amanece o cae la noche.

Al día siguiente, pasaba por el hall de las habitaciones y se encuentra al joven rumano entregando su chaleco del Casino al oficial israelí. Faltando dos semanas para finalizar su contrato laboral, el joven fue acusado por consumo de cocaína durante la bajada al último puerto. El joven rumano y su roommate, compañero de cuarto, tuvieron que descender del barco, en Cartagena, Colombia, considerándose despedidos de la Empresa naviera.

Esa noche, luego de ver aquella situación incómoda en la sala de espera, fue atendida por un médico Sudafricano, blanco, de ojos celestes, de la ¨ otra parte ¨ de África, de dinero, no de los negros considerados ladrones, secuestradores y torturadores. Así se diferencian ellos en este áspero mundo, así como en el barco, entre los tripulantes y los Jefes que creen tener la autoridad sobre los ¨ servidores, esclavos ¨, tercermundista. Por esa razón, fue que recibió un bloqueo en la parte lumbar, sin saber de la reputación de ¨ médico ¨, a pedido de su Jefa para continuar hasta finalizar el crucero.

Voyage 426, Sudamérica, Mayo 2011.

Relatos a bordo

LA LIBRE CEGUERA

Hombre de 70 años, por momentos sin gafas, acompañado de su blanco bastón. Vestido con remeras batik y a veces con corbatas pintadas.

En la noche de gala, los pasajeros suelen llenarse de brillos y vestidos elegantes, pero el tenia una forma de disfraz, una blusa blanca de una tela barata, con un moño rojo dibujado en el cuello y su espalda, su espalda toda abierta, permitiendo ver los pliegues de la avanzada edad y la gran cantidad de pelo blanco, que sobresalía en forma de relieve.

El, era un hombre con una extraordinaria voz, solía pasar por la galería del barco, cantando y bailando, como un verdadero artista. Un hombre sin apariencias, seguro de sí mismo, sin miedos al ridículo, a pesar de su imposibilidad de ver la reacción de sus momentáneos espectadores, tal vez fuera esa la permisión de semejante acto de valentía.

Ella, su esposa, era tan personaje como el de su vida. De gran tamaño, rubia, con sus excesos a la vista de todos y siempre descalza, sin importar la vestimenta o el frío absurdo del aire acondicionado del barco. Pasábamos de estar en pleno Caribe con temperaturas agobiantes a sentir un clima Antártico.

Tal vez, la ceguera de el, le permitía a ella librarse de los correctos standards de belleza, impuestos por la absurda sociedad, donde el afuera prevalece más que la vida real. Eran un pareja perfectamente distinta a las demás. El le daba a ella esa seguridad y ella a el, el sostén.

Ambos ingleses, la pareja más libre. Viajaron durante dos cruceros seguidos.

Voyage 374, Caribe. Marzo 2011.